Desidia




Juana Pérez fomenta la gangrena. Se satura de costras y cubre sus momentos con tiritas de cansancio. Se olvida Juana del paraguas, las escaleras, los escapularios y hasta de los gatos a cuadros. Se hace celofanes en el paladar que sudan la saliva de la derrota. Se deja Juana bajar por la escalera de la desidia, es la minúscula mota que ensucia las aspas del laberinto, la gota de grasa que vive bajo el silencio de los fogones, la mancha que brilla por el pasillo... Juana se cansa a cada paso, no se encuentra en los cajones, se olvida de lo que duerme... se ignora y mata.

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