Viene, y en cada luna llena se vuelve Juana Pérez amasijo de sal y pañuelos, se adentra por el pasillo del tiempo dejando en cada puerta una curva de mujer fecunda o deseable, una pasada risa recurrente. El gañido de Juana hembra se desportilla bajo sus cuatro patas... se acerca la purga que licua las entrañas, la fiebre que agrieta los contornos, y Juana Pérez muere un poco en cada dentellada roja.
No hay comentarios:
Publicar un comentario