
La mañana amarilla se levanta con legañas de domingo y se despereza dejando que la tierra gire sin obligaciones. Los años de Juana son un tributo al movimiento continuo. Juana Pérez mira sus rodillas arañadas y negras, su vestido blanco, jalonado de lunares color barro, y no se resiste a la aventura que le ofrecen las baldosas de la acera, altísimo laberinto que explota bajo sus pies y la obliga a brincar una y otra vez para salvarse del camino minado. Los pasteles que viajan en su mano se marean.
PARA ESCRIBIR
ResponderEliminarPara escribir me escondo,
como una mujer primitiva se escondía
para parir.
Como un animal herido se esconde
para lamerse a gusto la sangre,
así nadie sabe de mí
cuando me pierdo para escribiros esto.
Gloria Fuertes
Y de tantos pasteles que llevaste, se subieron a tu garganta de poeta, sigue hablando de ti, Juana, que pasó después?
ResponderEliminarUn beso muy fuerte
Clara