La merienda se ha saldado con un muerto y varios heridos. El primero es transportado en brazos hasta la cuna, los demás, se arrastran escaleras abajo de la mano de sus progenitores. Juana Pérez se desviste de sus recientes, escasas velas, con el sabor amargo de la cera entre los dientes, y mira los regalos que la miran desde la cómoda. Habrá tiempo, se dice, mañana... y se duerme deprisa, clausurando el nuevo número aprendido, dejando desmayar sobre la almohada sus futuras canas.
Habrá tiempo... mañana.
ResponderEliminarHeridos graves necesitando la cura de tus palabras ahora es tiempo de recoger nosotros tus regalos. Besos triplicados
Juana Pérez no necesita regalos... ella es el propio regalo de la vida para todos los que la queremos, a su lado nunca habrán heridos graves... sólo heridos de amor por una mujer única.
ResponderEliminarBesos enormes Juana.