-"No podemos seguir así, cada vez nos vemos menos, y empiezo a pensar que tu marido, tu hijo, ese trabajo que tanto odias, no son más que excusas para no encontrarte conmigo. Has de tomar una decisión, Juana, porque te quiero sólo mía, o no te espero más" Y Juana llora, por dentro, sin lágrimas, llora y le pide que no la deje, que le de tiempo: -"Por favor, no te vayas, te necesito cerca. Nunca inventé excusas, hay horas que son tan sólo nuestras y en ellas te busco, te llamo, extiendo mis manos para que las tuyas me acaricien, pero últimamente están tan frías mis manos, tan distantes las tuyas..." La costumbre hace estragos en ese amor que fuera un fogonazo, y Juana Pérez se debate en una duda inconfesable, en un deseo que parece consumido cuando roza el borde del papel y no lo inflama.
MISERIA DE LA POESÍA
ResponderEliminarLa lenta concepción de una metáfora
o bien ese temblor que a veces queda
después de haber escrito algunos versos
¿justifican una vida? Sé que no.
Pero tampoco ignoro que, aun no siendo
cifra de una existencia, esas palabras
dirán que quien dispuso su armonía
supo ordenar un mundo. ¿Y eso basta?
Los años van pasando y sé que no.
Hay algo de grandeza en esta lucha
y en cierto modo tengo
la difusa certeza de que existe
un verso que contiene ese secreto
trivial y abominable de la rosa:
la hermosura es el rostro de la muerte.
Si encontrase ese verso, ¿bastaría?
Tal vez no. Su verdad, ¿sería tanta
como para crear un mundo, para darle
color nuevo a la noche y a la luna
un anillo de fuego, y unos ojos
y un alma a Galatea, y unos mares
de nieve a los desiertos? Sé que no.
Felipe Benítez Reyes
No roces el papel, ¡aráñalo!... rasgate en él y con él y viértete palabra. (Qué fácil decirlo jajajaja)
ResponderEliminar2008 besos cicatrizando silencio
Vamos, que o te toca la loteria y te dedicas a tu actividad favorita o dejas de chafar tanto la oreja y le quitas tiempo al sueño.
ResponderEliminarAunque las ojeras te llegarán a los pies, tendrás un caracter insoportalbe y en tus escritos se reflejará una mala le...
Poesía pura.
Ana